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Reflexiones sobre la literatura infantil y juvenil

El siguiente es un ensayo que realicé para la Especialización en Promoción de la Lectura, para la Experiencia de "Promoción y Fomento de la Lectura Infantil y Juvenil" por el Mtro. Adolfo Córdova Ortiz. Algunas de las referencias sobre animación fueron de La Filmoteca Maldita (comparto link al final).

Los géneros de la literatura infantil y juvenil pueden ser de carácter temático, estético, formativo o político. En un mundo donde los grupos oprimidos se han abierto paso, de forma lenta y dolorosa, buscando una realidad más justa y amable, la cultura ha sido fundamental para apropiarse de espacios para visibilizar sus problemas y contar su visión de la vida. A veces es necesario recordar que uno de los grupos más vulnerables es el de los niños que, además de los escenarios de violencia y precariedad, parecen no tener cabida fuera de los espacios escolares y domésticos, ajenos al mundo del arte, la ciencia y la política, en un sentido de pertenencia social.

Es difícil imaginar, a pesar del acceso a plataformas y medios de comunicación masivo, un mundo que no sea moldeado por la industria, donde el ciudadano libre puede crear y compartir la cultura que consume entre otros ciudadanos. Parece ser necesaria la aprobación de las franquicias para legitimar una nueva propuesta, para posteriormente ser asimilada y eliminada su genuinidad. El mundo de la cultura infantil no es exento de esta maquinaria: Mark Baker es un artista de la animación cuyas propuestas le han merecido prestigio internacional, ganando el BAFTA y Annecy, y una animación para los Óscar en 1988 (en 2022 la academia sigue sin comprender la diversidad del medio fuera de Pixar). Una de sus creaciones Peppa pig, dese 2004 ha tenido un éxito abrumador, siendo a la fecha una de las franquicias más redituables en el mundo, con más de mil millones de dólares anuales de beneficio registrados en 2018, prácticamente el PIB de un país pequeño.

Fuera de intentar legitimar una creación artística a partir de lo económico, la intención de estos datos es contrastar con el hecho de que el resto del trabajo de Baker es prácticamente invisible, y no por falta de calidad, solo que Peppa es más compatible con la dinámica industrial, es más fácil convertirla en mercancía.

La literatura infantil y juvenil puede ser una bocanada de aire fresco a los productos prefabricados que buscan lucrar con la atención y el tiempo de los niños, por lo que es también responsabilidad de los adultos conocer, involucrarse y explorar las propuestas disponibles, para compartir con un público infantil, sin mayor pretensión que el disfrutar la lectura, y tal vez un acto tan sencillo puede romper con algunos hábitos de consumo nocivos de nuestra actualidad.

Como aclaración, cuando se menciona literatura no necesariamente abarca todo material impreso. Hay libros que carecen de un valor literario debido a las características antes expuestas, si bien pudieron nacer de una propuesta legitima, son convertidos después en productos derivados vacíos. Una obra verdaderamente literaria, sin entrar en profundidad en cuestiones de calidad, al menos nace de un autor con una intención artística y rara vez de una empresa.

Dentro del mundo de la literatura infantil y juvenil hay también diversos matices y discursos: los de libros creados para niños, pero que no les interesa a los niños; los de libros creados para adultos, pero que les gusta a los niños; libros creados para niños y que además los niños disfrutan, a veces incluso los adultos. Que un libro entre en una categoría o en otra depende de factores complejos y cambiantes, así como la forma en cómo se maneja el discurso: un libro que habla desde un pedestal hacia un niño tiene menos probabilidades de éxito que uno que le habla de frente y en igualdad, que supone desde un inicio que es un lector inteligente.

Por otro lado la categorización, algo a lo que ningún género está exento, es otra cuestión compleja. Recordando que un libro dependiendo la época puede ser o no apreciado por un público infantil, esté o no dirigido a este, vuelve difícil etiquetar a determinadas obras como parte del mismo. En un ensayo titulado ¿Qué [mala palabra] es un libro infantil a fin de cuentas? Neil Gaiman cuenta como su novela Coraline, se convirtió en un libro infantil debido a las circunstancias: Su editora al terminar el manuscrito comentó que era demasiado siniestro para publicarlo para niños, por lo que Gaiman le propuso que lo leyera a sus hijas, de ocho y seis años, y que si les daba miedo lo publicaría en otro sello para adultos. Posteriormente supo que a las pequeñas les encantó y se publicó siendo un éxito rotundo. Años después, cuando se estrenó el musical, Gaiman se encontró con una de las hijas de la editoria, ya con quince años, y le contó la anécdota, a lo que ella confesó que mintió, estaba aterrada, pero que si lo demostraba su mamá no le habría dicho el final.


Si retrocedemos en el tiempo, a la época del apogeo de los cuentos de hadas, con autores como los Grimm, también descubriremos que originalmente se trató de un trabajo académico: la recopilación de la tradición oral alemana, en un auge nacionalista contra las incursiones napoleónicas. La primera recopilación contaba con bastas anotaciones eruditas, siendo un accidente que el público infantil disfrutara con ellas, ya en segundas reimpresiones se le dio un tratamiento más infantil con ilustraciones de Ludwig Emil, otro hermano Grimm que no ha tenido el reconocimiento de Jacob y Wilhelm.

Otro libro que ha pasado por una transformación similar es Las mil y una noches, cuya primera traducción al francés en el siglo XVIII de Antoine Galland, tuvo una edición donde se eliminó todo elemento que transgrediera la moral occidental, disminuyendo la violencia y cualquier alusión sexual, siendo a la fecha la más difundida. Fue hasta la época victoriana que el polémico aventurero, Sir Richard Francis Burton, tradujera directo del manuscrito original al inglés, recuperado todo lo que suprimió Galland. Ediciones posteriores agregaron nuevas historias y aparecen personajes favoritos de la literatura infantil como Aladino, Alí Babá y Simbad, buscando llegar a las mil y una noches completas, ya que el manuscrito más antiguo y completo, que data del siglo XV, consta solo de 282 cuentos.

Los anteriores ejemplos son suficientes, aunque no los únicos, para ejemplificar la relevancia e influencia de la literatura infantil, Freud construyó varias de sus teorías tomando arquetipos de las mismas, también da lugar a iconos reconocibles por todos, sabemos que esperar si frotamos una lámpara, pero también personajes sin buenas intenciones lo saben, de ahí que la primera película de anime infantil, Momotaro: Sacred Sailors, de 1945, fuera un instrumento de propaganda militar, al igual que las producciones de Disney de la epoca, pero lo particular es la elección del protagonista: Momotaro es un icono infantil reconocible de la tradición oral japonesa. Lo mismo harían los alemanes en la segunda guerra: tomar cien años después el trabajo de los Grimm para enaltecer los valores nacionalistas.

Es una responsabilidad de la sociedad reconocer y apropiarse de sus personajes e historias, en especial las infantiles, para evitar que una industria o una maquinaria militar lo haga y los usen en su contra, cuando en realidad pueden ser medios para vivir de manera más plena y libre, tanto chicos y grandes.

Enlaces de interés:

Sobre Momotaro (Filmoteca Maldita)

El tercer Hermano Grimm (Linternas y bosques)

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